3 Phuket - Barcelona

Otro viaje terminado.

Normalmente vuelvo habiendo aprendido cosas sobre otras culturas, sobre el país que visitamos, sobre como son las gentes de otros sitios. Y en esta ocasión también ha habido algo de eso, no diré que no.

Cosas que he descubierto, por ejemplo:

-Que es importante hacer el bien, no hacer el mal y tener "peaceful mind" (mente serena).
-Que los pad thai ganan mucho con unas gotas de lima.
-Que la dignidad y la honradez no dependen del dinero que tengas.
-Que las apariencias engañan y que la primera impresión es errónea.
-Que hay que arriesgarse. Si no, te lo pierdes.
-Que el té gana mucho con leche condensada.
-Que si un elefante quiere tus plátanos, los tendrá.
-Que lo importante del mojito es el hielo.

Bueno, y cosas más mundanas como que es útil poner lavadoras durante el viaje, es práctico llevar mosquitera y que no hay que olvidarse del protector solar.

Pero además y sobretodo he aprendido (y disfrutado) viendo el mundo desde los ojos de unos niños de año y medio y cinco años.

He aprendido que:

-Las piedras pueden ser el mayor tesoro.
-Es necesario saber decir "no".
-Los pactos se cumplen.
-Lo importante no es lo que a todos les parece importante, sino lo que a tí te parece importante.
-Se puede dormir en cualquier sitio si te lo propones.
-La mirada limpia te hace ver las cosas diferente.

Como en otros viajes y como en la vida misma, el viaje ha sido un tobogán. Un buen rato para subir la escalera y cuando te das cuenta..... ya ha terminado.

Una de las experiencias que he tenido y que muy poca gente puede explicar es haber sobrevivido al ataque de un tigre. No he querido decirlo hasta ahora, pero cuando hicimos la visita a los tigres uno de ellos me atacó. Por suerte no me han quedado marcas ni secuelas. Os dejo el vídeo que con sangre fría fueron capaces de grabar desde fuera. Advierto que son imágenes NO APTAS para sensibles.

Y para terminar os dejo una selección de las fotos que he colgado en mi instagram. No son de los mejores momentos. Faltan los elefantes, las risas, la comida, los olores, el dolor de riñones... Y faltan los mil y un momentos de Marc y Jan, de los que no pongo más fotos porque no quiero sobreexponerlos y porque lo mejor, como siempre, está en mi recuerdo.